miércoles, 16 de septiembre de 2009

¿Psicoterapia o Psicofármacos?

Hubo un tiempo en que los terapeutas y gran parte de nuestra vasta cultura consideraba a la depresión y a otros conflictos humanos como obsesiones de la mente y del corazón, influenciadas por muchas fuerzas sutiles tanto internas como externas. Sin embargo, durante el último decenio, grandes vientos de cambio intelectual y emocional han tenido lugar. Somos parte de una cultura en la que mucha gente sostiene que sus dolores emocionales son "bioquímicos" y pueden curarse simplemente con una píldora. Ahora la depresión es definida, a vozpopuli, como una enfermedad puramente biológica, tratable —gracias a Dios— por los milagrosos antidepresivos.



Estos puntos de vista, sin embargo son mitos, no verdades. Los descubrimientos científicos más recientes, apartir de los resultados de diversas investigaciones, en el campo de la neurología, no los confirman, ni convalidan. Más bien parecen ser verdades que la publicidad de alcance masivo las ha repetido y reforzado, con la intención de que se consuman antidepresivos y de que este consumo parezca algo tan común e inocente como el de una aspirina. De acuerdo con estos avisos publicitarios, los antidepresivos o psicofarmacos en general, son lisa y llanamente la primera y mejor opción para el tratamiento de la depresión, por ejemplo.


En un encuadre imparcial los antidepresivos serían considerados como una opción válida entre muchas otras; opción que conlleva muchos más riesgos que cualquier terapia. Recién ahora la gente esta tomando conciencia de los efectos secundarios de los antidepresivos, y el futuro podría revelar consecuencias jamás pensadas.

No sólo no se reportan muchos de los efectos secundarios y se los menosprecia sino que los resultados de investigaciones realizadas no confirman el status de milagrosas que, según la imaginación popular, estas drogas tienen. La excesiva confianza que nuestra cultura deposita en estos medicamentos psiquiátricos se basa en una publicidad brillante realizada por una industria con fines de lucro, no en la ciencia. Incluso el resultado de las investigaciones realizadas por las mismas compañias que fabrican los psicofármacos tampoco lo confirman. Los resultados de las investigaciones revelan que estas drogas no son mejores que la terapia y apenas son un poco más eficaces que los placebos.Sin embargo el poder cada vez más creciente que adquiere la perspectiva biológica en las prácticas y discursos de la salud mental sugiere no sólo que existen únicamente explicaciones biológicas, sino también soluciones biológicas perfectas y totalmente libre de riesgos: píldoras simples que ponen fin a todo, desde la depresión leve y la tensión nerviosa hasta ataques de pánico, desórdenes bipolares y psicosis y esquizofrenias bien diagnosticadas.
Frente a tal dilema: ¿Qué debe hacer un terapeuta responsable?: En muchas prácticas actuales, cuidadosamente fundamentadas, se les pide a los Pacientes que realicen una evaluación médico-psiquiátrica como prerequisito antes de iniciar un tratamiento, colocando el uso de psicofármacos en el lugar que les corresponde,ayudando a iniciar el trabajo terapeutico y en consecuencia, favorecer las respuestas terapéuticas,estableciendo un lazo terapéutico beneficioso y un mutuo acuerdo de metas.
Por lo tanto sería la mejor opción posible, que los medicamentos se combinasen con la psicoterapia, dándole a los Pacientes suficiente estabilidad como para
asi crear una especie de tratamiento con efecto de doble incidencia.

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