martes, 14 de abril de 2015


Conflictos de Pareja




Nadie sabe si existe la pareja ideal o si sólo es una ilusión que se desvanece con ell pasar del tiempo. Lo cierto es que muchas personas todavía se aferran a esta esperanza. Sabemos que cada vez hay menos tiempo para dedicarse a pensar sobre estas cuestiones, y mucho menos para disfrutar las horas libres con su pareja. Muchos matrimonios, sobretodo aquellos que ya llevan años de convivencia, parecen haber olvidado las diversiones que compartían en los años de noviazgo.


La realidad es que al comenzar la vida matrimonial cada integrante tiene una idea de cómo será su pareja. Este conjunto de creeencias está determinado por su cultura, educación familiar y otros factores. Sin embargo, todos sabemos que no existe un modelo de pareja ideal. Lo importante es que ambas partes encuentren lo que buscan en el otro. El problema reside en cómo se logra esto.

Es frecuente que se cometa el error de suponer qué piensa el otro, o fantasear sobre sus deseos, dando así paso a los malentendidos.

Saber escuchar es una pieza esencial en este ciclo. Es importante hacerlo en el momento adecuado, recordando siempre que la convivencia es una negociación en la que cada parte expone su parecer para encontrar una solución en común.

En ocasiones, cuando existen conflictos, ambos se enojan, se ponen tensos, volviéndose ciegos y sordos. Esto les impide percibir lo bueno de su relación. Sólo se fijan en las crisis, los desacuerdos, sumándole otro problema a la situación.

Otro tema importante es que en muchos casos se confunde el matrimonio con simbiosis. Teniendo la creencia que la pareja se fusiona, la persona tiene que compartir absolutamente todo y se pierde individualidad hasta llegar a tal punto que comienzan a asfixiarse mutuamente y van perdiendo identidad. Por esta razón, es vital saber diferenciar "lo tuyo, lo mío y lo nuestro". La autonomía e individualidad de cada uno debe ser mantenida en la relación, ya que en definitiva es el proyecto en común el que alimenta y sostiene al vínculo.
La rutina, ¿Cómo contrarrestarla?
La vida en pareja tiene su propio ritmo, y con el tiempo las conductas se van tornando en hábitos. Estos son útiles para la convivencia, ya que gracias a ellos no se debe estar constantemente pendiente de cómo se comportará la otra persona. Pero como todo en la vida, tienen sus desventajas. muchas veces los hábitos se transforman en rutina.

La rutina desgasta a la pareja porque se comienza a sentir que que no hay nada nuevo en el horizonte. Cuando se empieza a experimentar la relación como algo "rutinario", es necesario no preocuparse, porque existen ciertas actitudes y comportamientos que se pueden adoptar para contrarrestar esa sensación displacentera:

* Nunca dar por segura la relación. Mantener una actitud de conquista y seducción diaria.
* Compartir sus emociones y sentimientos con su pareja, y hablar acerca de ellos.
* Hacer concesiones y negociar cuando surjan discrepancias.
* Nunca dejar que los malentendidos se acumulen.
* Escuchar atentamente los reclamos de manera abierta y comprensiva, evitando una reacción defensiva y procurando el diálogo.
* Intentar mantener su propio espacio personal y sus propias aficiones y amistades. Satisfacer sus propias necesidades. Cuanto mejor ese está con uno mismo, mejor podrá estar con los demás.
* Respetar la intimidad de su pareja.
* Cuidar la intimidad de la pareja (viajar solos, sin hijos, ni amigos).
"tiempo muerto" para recomponerse y no para ver si el otro se calma.
2. Informar al otro claramente dónde va a estar y cuánto tiempo permanecerá en esa situación.
3. Hacer clara su disponibilidad para hablar del tema.

Expectativas insatisfechas: ¿Qué hacer con ellas?
Es fundamental explorar las expectativas mutuas acerca de la pareja para evitar que surjan conflictos ocultos. La mayoría de las veces que se dispara un conflicto sucede porque las creencias intimas de cada uno no han sido satisfechas.

Las expectativas juegan un papel fundamental en la formación de una pareja y se van formando a lo largo de la vida a partir de la influencia de la familia de origen, la cultura en la que se vive y las relaciones de pareja anteriores. Pueden funcionar como motor de conexión e intimidad con la pareja, pero también como fuente de frustración.

Existen tres pasos simples para poder manejarlas y así evitar enfrentamientos:

* Saber qué es lo que se espera del otro.
* Las expectativas tienen que ser razonables y realistas.
* Ser claro cuando se expresa lo que se espera del otro.

Muchas veces se da por sentado que la pareja sabe lo que el otro quiere y entonces uno no se molesta en explicarle. Pero es muy común que lo que se desea muchas veces no coincida con lo que el otro ofrece. Es frecuente escuchar a las parejas decir que cuando tienen que pedir es porque algo anda mal en la relación, y que el mismo hecho de pedir hace que pierda todo sentido. La verdad es que no se puede confiar en la adivinación de pensamiento de la otra persona. Cuando se pide algo y el otro responde le está demostrando amor y compromiso.

Cuando las expectativas de uno no son comprendidas por el otro, entonces los conflictos subyacentes emergen al instante. Uno se siente incomprendido porque el otro no supo descubrir lo que deseaba.

Es importante trabajar con las expectativas mutuas acerca de la relación para enfrentar los problemas de pareja como un equipo.



Para concluir, la pareja ideal se construye día a día, alimentándose en los lazos de la comunicación, el respeto mutuo y un proyecto común, aceptando que los conflictos son una pieza más de toda relación humana.

miércoles, 10 de agosto de 2011



Lic. Débora Arrom
(Matricula Nº35063)

*Psicoterapias Breves
*Depresión, Stress, Ansiedad, Duelos
*Pérdidas, Soledad
*Asesoramiento y Orientación a padres de Niños
y Adolescentes
*Orientación Vocacional-Laboral
*Adultos: Psicoterapia Individual y de Pareja
*Tercera Edad

*Honorarios Institucionales


TEL.:4574-5065
e-mail: deborarrom@hotmail.com

PSICOLOGOS Y PSIQUIATRAS




Recientemente en una entrevista radiofónica un psiquiatra respondía a las preguntas de un periodista acerca de los espectaculares datos referidos a los casos de depresión en nuestro país. De las respuestas del psiquiatra en cuestión cualquier persona poco versada en estos asuntos podía llegar a la conclusión de que para cada problema psicológico hay un tipo de pastillas.
No es una cuestión nueva ésta de los terrenos de la psiquiatría y de la psicoterapia. Aunque parecía un problema del pasado quizá convenga aclarar algunos conceptos de forma sencilla y clara para no confundir a la mayoría de la gente que de esto suele tener una idea ya de por sí bastante confusa. En primer lugar hay que considerar que los psiquiatras son médicos. Estudiaron medicina y su especialidad fue la psiquiatría. Por tanto, tienen un punto de vista físico de los problemas. Un psiquiatra analiza el trastorno, estudia los síntomas y aplica un tratamiento que suele ser químico (recetando pastillas fabricadas por un laboratorio farmaceútico de su confianza) aunque utilice también otros tratamientos.
El psicólogo no es un médico. Sus estudios universitarios se han centrado en otros aspectos aunque necesariamente haya debido estudiar la base física, con un cuidado especial por el sistema nervioso y los aspectos sensoriales. Al no ser médico no puede recetar medicamentos.
En una primera visión parece que el psiquiatra tiene un campo más específico y que los fármacos suponen un arma que el psicólogo no tiene, pero con un ejemplo podremos diferenciar bien sus tareas. Cuando una persona padece una depresión y acude al psiquiatra seguramente saldrá con una receta que aliviará sus síntomas y le permitirá desarrollar una vida cotidiana más normalizada.
El psicoterapeuta, sin embargo, centrará su atención en los aspectos existenciales que rodean a esa persona: trabajo, pareja, amigos, costumbres, creencias, valores, etc. buscando el orígen de su problema y los elementos sobre los que la persona habrá de actuar para lograr una recuperación satisfactoria y con pocas probabilidades de recaida. Todo esto no signuifica que cuando experimentemos trastornos psicológicos tengamos la opción de acudir a uno u otro profesional indistintamente según el gusto.
En general, los problemas que implican trastornos graves de la personalidad (la esquizofrenia, por ejemplo) han de ser tratados por el psiquiatra porque el psicólogo necesita para desarrollar su labor que el paciente tenga un cierto grado de control sobre sí mismo. Por el contrario, muchas depresiones, problemas de relación, pareja, timidez, etc. no serán solucionados con pastillas porque es necesario actuar no solo sobre la persona que los padece sino también sobre el entorno.
Estamos haciendo un esfuerzo de simplificación con la intención de poder ser comprendidos por cualquier persona, y eso siempre implica inexactitudes que esperamos sepan comprender los más entendidos. Pero para sintetizar diremos que hay problemas en los que el profesional adecuado es el psiquiatra; otros en los que es mejor recurrir al psicólogo y otros en los que se necesita la labor coordinada de ambos profesionales.
Lo que desde luego es desaconsejable desde todo punto de vista es la solución de quienes tratan de solucionar sus problemas a base de automedicación

jueves, 7 de octubre de 2010


Lic. Débora Arrom
(Matricula Nº35063)

*Psicoterapias Breves
*Depresión, Stress, Ansiedad, Duelos
*Pérdidas, Soledad
*Asesoramiento y Orientación a padres de Niños
y Adolescentes
*Orientación Vocacional-Laboral
*Adultos: Psicoterapia Individual y de Pareja
*Tercera Edad

*Honorarios Institucionales


TEL.:4574-5065
e-mail: deborarrom@hotmail.com

Conflictos de Familia

La familia es el marco que contiene a los miembros que crecen en ella. Se la concibe como un sistema abierto, como una totalidad. Cada uno de los miembros está íntimamente relacionado y, por lo tanto, la conducta de cada uno influirá en los demás.

Cuando la familia atraviesa un conflicto se encuentra sin dirección, está en un momento de desarmonía, desequilibrio, aparecen problemas que no fueron resueltos cuando aparecieron y que quedaron enterrados. El conflicto aparece cuando una situación de tensión presiona a la familia. Requiere ciertos cambios que no se pueden producir por una inflexibilidad o rigidez en ésta, o bien porque supera sus recursos. Las reglas y los roles de la familia se hacen confusos. Los valores y objetivos pierden importancia. Se ceden las expectativas y las prohibiciones.

Una crisis lleva a semejante estado y es necesario un cambio decisivo. Cada cambio implica una nueva adaptación.

Si bien un cambio sería importante, no todos los conflictos dan lugar a que éste se produzca. Esto dependerá de la familia. Siempre que se puede lograr y se hace en momentos de crisis.

Es importante que el cambio que se produzca sea un giro en las reglas que gobiernan el funcionamiento de la familia, es decir, un cambio en el modo de comportarse.

Cuando se piensa en la palabra "conflicto" inmediatamente aparece un sinónimo, "peligro" en la mente de la mayoría de las personas. Un problema, una crisis, son situaciones de peligro porque presentan acontecimientos poco habituales o desconocidas, conlleva la necesidad de un cambio y la consiguiente "pérdida" de algo, que puede empeorar las cosas. Pero al mismo tiempo brindan la oportunidad de crecer y aprender.

Los conflictos no son situaciones patológicas, sino momentos evolutivos, de crecimiento de la familia, que atraviesan todos los seres humanos. No obstante, hay crisis que se acarrean durante toda la vida y que pueden convertirse en disfuncionales si no se logra una solución o cambio favorable.

Un problema fundamental es que las familias no registren el problema, esto es lo que les impide conocer el modo de resolverlo. Por tal motivo se hace necesaria la concurrencia a una terapia familiar para lograr una resolución exitosa. El terapeuta podrá descubrir cosas que la familia no ha podido ver.

Como ejemplos de crisis podríamos citar: las situaciones de infidelidad, la entrada en la adolescencia de los hijos, la muerte de un miembro de la familia, también la pérdida de trabajo, un embarazo precoz de una hija, una mudanza, etc. Son infinitas las situaciones que causan conflictos dentro de la familia. Estas crisis son fundamentales y evolutivas.

Lo que resulta motivo de tensión en una casa, puede no serlo en otra. Dependerá del conflicto y de la vulnerabilidad de la familia a este estresor. Cada familia es única, tiene una historia irrepetible y cuenta con recursos y limitaciones propios de su identidad.

El dilema que plantea la crisis se a resolverá con éxito cuando se logren nuevas respuestas sin abandonar los viejos modelos familiares.

Conflictos de Pareja

Nadie sabe si existe la pareja ideal o si sólo es una ilusión que se desvanece con ell pasar del tiempo. Lo cierto es que muchas personas todavía se aferran a esta esperanza. Sabemos que cada vez hay menos tiempo para dedicarse a pensar sobre estas cuestiones, y mucho menos para disfrutar las horas libres con su pareja. Muchos matrimonios, sobretodo aquellos que ya llevan años de convivencia, parecen haber olvidado las diversiones que compartían en los años de noviazgo.


La realidad es que al comenzar la vida matrimonial cada integrante tiene una idea de cómo será su pareja. Este conjunto de creeencias está determinado por su cultura, educación familiar y otros factores. Sin embargo, todos sabemos que no existe un modelo de pareja ideal. Lo importante es que ambas partes encuentren lo que buscan en el otro. El problema reside en cómo se logra esto.

Es frecuente que se cometa el error de suponer qué piensa el otro, o fantasear sobre sus deseos, dando así paso a los malentendidos.

Saber escuchar es una pieza esencial en este ciclo. Es importante hacerlo en el momento adecuado, recordando siempre que la convivencia es una negociación en la que cada parte expone su parecer para encontrar una solución en común.

En ocasiones, cuando existen conflictos, ambos se enojan, se ponen tensos, volviéndose ciegos y sordos. Esto les impide percibir lo bueno de su relación. Sólo se fijan en las crisis, los desacuerdos, sumándole otro problema a la situación.

Otro tema importante es que en muchos casos se confunde el matrimonio con simbiosis. Teniendo la creencia que la pareja se fusiona, la persona tiene que compartir absolutamente todo y se pierde individualidad hasta llegar a tal punto que comienzan a asfixiarse mutuamente y van perdiendo identidad. Por esta razón, es vital saber diferenciar "lo tuyo, lo mío y lo nuestro". La autonomía e individualidad de cada uno debe ser mantenida en la relación, ya que en definitiva es el proyecto en común el que alimenta y sostiene al vínculo.
La rutina, ¿Cómo contrarrestarla?
La vida en pareja tiene su propio ritmo, y con el tiempo las conductas se van tornando en hábitos. Estos son útiles para la convivencia, ya que gracias a ellos no se debe estar constantemente pendiente de cómo se comportará la otra persona. Pero como todo en la vida, tienen sus desventajas. muchas veces los hábitos se transforman en rutina.

La rutina desgasta a la pareja porque se comienza a sentir que que no hay nada nuevo en el horizonte. Cuando se empieza a experimentar la relación como algo "rutinario", es necesario no preocuparse, porque existen ciertas actitudes y comportamientos que se pueden adoptar para contrarrestar esa sensación displacentera:

* Nunca dar por segura la relación. Mantener una actitud de conquista y seducción diaria.
* Compartir sus emociones y sentimientos con su pareja, y hablar acerca de ellos.
* Hacer concesiones y negociar cuando surjan discrepancias.
* Nunca dejar que los malentendidos se acumulen.
* Escuchar atentamente los reclamos de manera abierta y comprensiva, evitando una reacción defensiva y procurando el diálogo.
* Intentar mantener su propio espacio personal y sus propias aficiones y amistades. Satisfacer sus propias necesidades. Cuanto mejor ese está con uno mismo, mejor podrá estar con los demás.
* Respetar la intimidad de su pareja.
* Cuidar la intimidad de la pareja (viajar solos, sin hijos, ni amigos).
"tiempo muerto" para recomponerse y no para ver si el otro se calma.
2. Informar al otro claramente dónde va a estar y cuánto tiempo permanecerá en esa situación.
3. Hacer clara su disponibilidad para hablar del tema.

Expectativas insatisfechas: ¿Qué hacer con ellas?
Es fundamental explorar las expectativas mutuas acerca de la pareja para evitar que surjan conflictos ocultos. La mayoría de las veces que se dispara un conflicto sucede porque las creencias intimas de cada uno no han sido satisfechas.

Las expectativas juegan un papel fundamental en la formación de una pareja y se van formando a lo largo de la vida a partir de la influencia de la familia de origen, la cultura en la que se vive y las relaciones de pareja anteriores. Pueden funcionar como motor de conexión e intimidad con la pareja, pero también como fuente de frustración.

Existen tres pasos simples para poder manejarlas y así evitar enfrentamientos:

* Saber qué es lo que se espera del otro.
* Las expectativas tienen que ser razonables y realistas.
* Ser claro cuando se expresa lo que se espera del otro.

Muchas veces se da por sentado que la pareja sabe lo que el otro quiere y entonces uno no se molesta en explicarle. Pero es muy común que lo que se desea muchas veces no coincida con lo que el otro ofrece. Es frecuente escuchar a las parejas decir que cuando tienen que pedir es porque algo anda mal en la relación, y que el mismo hecho de pedir hace que pierda todo sentido. La verdad es que no se puede confiar en la adivinación de pensamiento de la otra persona. Cuando se pide algo y el otro responde le está demostrando amor y compromiso.

Cuando las expectativas de uno no son comprendidas por el otro, entonces los conflictos subyacentes emergen al instante. Uno se siente incomprendido porque el otro no supo descubrir lo que deseaba.

Es importante trabajar con las expectativas mutuas acerca de la relación para enfrentar los problemas de pareja como un equipo.



Para concluir, la pareja ideal se construye día a día, alimentándose en los lazos de la comunicación, el respeto mutuo y un proyecto común, aceptando que los conflictos son una pieza más de toda relación humana.